Marta Rodríguez

El barro es un mar sólido de vida acumulada de tiempo comprimido.
Cecilia Ordoñez

Desde la década del 70 Cecilia Ordoñez, discípula de Beatriz Daza, ha estado dedicada a la cerámica. Su obra ha sido exhibida en distintos  lugares del mundo y fue fundadora de la carrera de cerámica en la Universidad Nacional.

Las piezas que presenta en Rojo Galería, se originan en el primer encuentro que tuvo hace muchos años con el mundo submarino que ejerció en ella una gran fascinación. Por esa época su obra de gran tamaño, tenía carácter escultórico.  Los volúmenes estaban conformados por superficies gruesas que se abrían sobre el espacio acogiéndolo, y a la vez, exhibiendo su superficie finamente trabajada. Dadas estas características de su trabajo, pese a la fascinación que ejerció en ella el mar, le parecía imposible plasmar el movimiento ligero, las ondulaciones etéreas del mundo acuático a través de la cerámica.

La investigación constante que ha caracterizado su obra, la llevó en los últimos años a experimentar con porcelana, una arcilla fina, un tanto inestable y muy maleable con la que encontró otro lenguaje. Fue así como después de muchos años y de una larga experimentación, logró que el fluir constante, la ligereza del agua y los animales marinos, pudiera cristalizarse.

Cuando moldea estas formas no parte de un boceto ni de una idea predeterminada. Es la vivencia, el impulso del instante en el que se enfrenta a una bolita de barro, el que va dando lugar a estas extrañas formas acuáticas. Mediante “pellizcos”, como ella misma lo expresa,  adiciones y sustracciones de arcilla, va formando estas criaturas delicadas y ondulantes que  deben su color a la mezcla de materiales como vidrio molido, manganeso y cobalto. Dedicada largas horas a este encuentro táctil con la arcilla, Cecilia Ordoñez va convirtiendo el fluir del mar en barro sólido, uniendo la memoria ancestral de la tierra y el agua, impulsada por la vivencia de un instante donde conviven tiempos comprimidos.

Marta Rodríguez